lunes, 13 de septiembre de 2010

LA CONFIANZA COMO PARTE DEL PROCESO DE FUSIÓN/ Por Paul Reinig

LA CONFIANZA COMO PARTE DEL PROCESO DE FUSIÓN
Por Paul Reinig
14 de junio, 2010


En el pasado era el rey del análisis (nota la palabra anal aquí) y en mi humanidad he roto todo pedazo a pedazo anhelando respuestas. En realidad no tienes ni idea en este momento de lo cierto que es esto, así que simplemente vas a tener que confiar en mí…

Ah, ahora hay una palabra de 9 letras para estudiar, confianza. ¿Comprendes lo que significa? La razón de que nosotros como seres angélicos dinámicos (verdaderamente Dios en todo su esplendor) adoptamos una forma física, en un lugar muy denso y limitado, donde el tiempo y el espacio nos llevan a tener que desacelerar nuestra vibración, es muy simple. Fue para desarrollar la confianza. La confianza es la capacidad de sintonizarnos con lo que realmente somos y simplemente estar bien con eso, porque esto es lo que somos. Nos rodeamos de un mundo imaginario, ilusorio y nos dimos una mente para poder sobrevivir en este laberinto, y todo fue para que pudiéramos experimentarnos a nosotros mismo en un campo de juego plano. Nadie recuerda que somos Dios también, sin embargo, es cierto para todos. Todo el mundo tiene el mismo deseo en lo profundo: recordar. Sin embargo, ha tomado siglos para que incluso la más simple conciencia de esto se arraigue realmente dentro de nuestra conciencia mientras estamos en este denso mundo.

Jesús no era diferente a ti o mí. Él quería saber y, al mismo tiempo, se ofreció a venir en un momento en que todos anhelábamos colectivamente algo nuevo, no demasiado, porque todavía estábamos muy perdidos en nuestros propios juegos, todo el despotrique y los desvaríos emocionales en los que al ser humano le encanta atraparse tanto; pero aún así un cambio, no obstante. Y Jesús recordó quién era. Pero como ser humano pagó un alto precio por haber elegido recordar dentro de la energía espesa e ignorante de la época. Y, sin embargo, todo era perfecto, porque de nuevo, él se ofreció a hacer esto sabiendo muy bien antes de venir que había una enorme probabilidad de que podía tener el destino que tuvo. Pero entonces, este es el punto. Estamos enamorados de este juego llamado Tierra. No podemos esperar volver cuando llegamos al otro lado porque es una aventura y una oportunidad que todos ideamos para que pudiéramos expandir nuestros corazones. En ningún otro lugar en cualquier dimensión puedes encontrar un juego como este. Cualquier entidad que quiera expandirse verdaderamente en una profundidad de la conciencia del amor que es indefinible, llena de potencial infinito, y sin límites cuando se trata de la habilidad de continuar expandiendo hacia áreas que nadie ni una vez ha soñado, tiene que pasar por este experimento para llegar allí. Sí, hay muchos otros experimentos por ahí en las dimensiones, pero ninguno requiere que nosotros desarrollemos el nivel de confianza que hace este planeta.

De vuelta a la confianza. Jesús fue un hombre que se había olvidado de quién es, como tú y yo, pero luego encontró una confianza en su Sí Mismo que lo diferenciaba del resto. Por eso fue capaz de hacer las cosas que hizo, con valentía. Al principio, él conoció el miedo y la duda. Eso es parte del proceso de crecer en la confianza. El humano duda, sin embargo, el verdadero Sí Mismo divino sabe. ¿Con cuál nos identificaremos; con lo que el escéptico nos dice (que es lo que la mente contribuye a esta aventura) o con lo que el ángel divino que somos nos dice (que es la fuente del verdadero conocimiento)? En lo profundo de nuestro ser interior sabemos quiénes somos, ¿pero quién se identificará con esto y actuará de acuerdo con su fuerza inspiradora? Estar en el ahora es la única manera para que esto ocurra. El ahora es un lugar sin juicio porque no tiene pasado para comparar. Es un lugar sin agenda porque no tiene planes futuros. Simplemente es. El ahora es donde lo divino mora dentro de nosotros. Jesús se dio cuenta de esto y como divino se vio obligado a hacerle frente a la regla terrenal (de la mente) y decir su verdad. Como humano necesariamente no hubiera elegido esto (es decir, si dejara que su mente tomara la decisión). En otras palabras, su mente, que estaba llena de miedo y duda como el resto de nosotros, nunca hubiera soñado con ponerse a sí mismo en circunstancias que conducirían a su muerte. ¿Quién elegiría eso? La mente siempre discutirá con dichas opciones. Pero por eso es tan exigente recordar quiénes somos. La mente se interpone y quiere entender y saber (y a cualquier cosa que le tenga miedo quiere huirle). Pero nunca puede realmente entenderlo. Nada nunca es suficientemente satisfactorio. ¿Y sabes por qué? Porque lo que está tratando de averiguar es por qué tiene que ceder el control a este “ahora” que no parece muy atractivo, ciertamente no romántico, y sobre todo porque este ahora no le permite tener el control. Así que la mente está constantemente preguntando por qué debería renunciar a su identidad (y tener el control es su identidad. Piensa que está en control cuando en realidad, ella -la mente- es la fuente de toda ilusión). No tiene ningún deseo de hacer esto, ninguno en absoluto.

La ascensión, el término para la transformación de la conciencia humana a la divina, no permite el pasado o el futuro dentro de sus muros. Hasta ahora, el cuerpo humano no ha sido capaz de sostener la energía divina mientras aún está pasando el tiempo dentro de la ilusión. Jesús descubrió esto. Cuanto más se acordaba de quién era (entrando en el ahora), más se hizo evidente para él que no podía quedarse aquí en forma física. Se dio cuenta que para realmente ascender necesitaba trascender su cuerpo y, entonces, (su Sí mismo divino) permitió la crucifixión. Y en términos de su contribución general a la evolución de la conciencia entre los seres humanos, su crucifixión representa la transformación de lo humano a lo divino. Cuando su cuerpo falló, él ascendió. En ese momento era libre de volver y enseñar más como un maestro ascendido. Sin embargo, dijo que haríamos cosas más grandiosas que incluso él, porque sabía que llegaría un tiempo en el que elegiríamos ascender mientras permanecíamos en nuestro cuerpo. Esta es la fusión de lo divino con lo humano. Esto es lo mucho que hemos evolucionado en términos de conciencia. Es hora de dejarnos ascender, sin morir físicamente. Pero esto requiere de confianza, no en la mente, sino una confianza en lo divino, ese conocimiento interno que tenemos. Cultivar la confianza en quienes somos no puede suceder si no hemos experimentado quienes somos, y para experimentar quienes somos requiere de aquietarnos lo suficiente para salir de la cabeza. Mientras estemos en la cabeza tratando de entender todo, no hay posibilidad de saber, y mucho menos de confiar.

Una de las bellezas de esta aventura terrenal que ideamos es que la hicimos para que no pudiéramos perder el contacto con el conocimiento interior sin importa cuán profundamente perdidos estuviéramos dentro de la mente, y créeme, yo sé lo que significa perderse profundamente. Es como si estuviera en el fondo del océano, tan distanciado del corazón, tan atrapado en los juegos emocionales, pero todo el tiempo, lo que fue probablemente siglos por tiempo de la tierra, tenía un cordón conectado a mí que iba hasta el final a la superficie donde había aire. En cualquier momento si necesitaba una dosis de aire, encontraba este cordón y tomaba un respiro, sólo para ser rápidamente absorbido de nuevo en las profundidades. Con el tiempo sin embargo, debido a la intención de mi alma, me he estado subiendo lentamente de nuevo a la superficie. ¡En este momento del ahora siento como si mi cabeza hubiera aparecido de repente sobre el agua!

Y así, primero tenemos que aquietarnos y eso empieza a permitir que lo divino se devele, un poco aquí, un poquito allá. Y cuando esto ocurre, es natural que volvamos corriendo directo a la mente. Esto es porque ahí es donde nos sentimos seguros. La mente razona que eso fue agradable y no puede esperar a contarle a alguien en quien sentimos que podemos confiar sobre ello. Pero no le pidas a la mente que tal experiencia se produzca todo el tiempo, 24/7, ya que no tiene ningún deseo de ello. Tiene una fascinación para el estudio pero no le importa mucho la total emersión en la experiencia. Y esa es la ironía total de todo porque eso es exactamente lo que elegimos hacer cuando tomamos un cuerpo. Elegimos sumergirnos totalmente en esta dimensión sin tener ningún recuerdo de nuestro pasado. Siempre es una pizarra limpia cuando volvemos a empezar de nuevo como un bebé. Bueno más o menos. Sí mantenemos aquello en que no hemos sido capaces de confiar, pero eso es sólo porque sabemos que tenemos una pizarra limpia para una vez más tratar de desarrollar la confianza, una confianza que no pudimos haber conseguido lograr en la vida anterior (que nos dimos cuenta en algún momento de esa vida que simplemente no íbamos a entenderlo) y, por tanto, optamos por salirnos del cuerpo para que pudiéramos tener uno nuevo a fin de intentarlo de nuevo.

Así como Jesús se ofreció a venir a la tierra en un momento en que la energía era muy espesa, el Apóstol Pablo también se ofreció a venir al planeta. Él sabía que no éramos capaces de comprender plenamente lo que Jesús apenas estaba empezando a ser el primero en utilizar, es decir, la ascensión. Así que él (Pablo) optó por crear una elaborada teoría acerca de lo que significaba todo aquello, la venida de Jesús, es decir, y teoría fue, toda conjurada en su cabeza porque él también estaba perdido en la profundidad del pasado y del futuro, tan alejado del ahora, es decir, de lo divino que él realmente era. Pero su pensamiento le dio al mundo algo nuevo para pensar. A pesar de que era sólo una repetición maquinal de lo viejo, es decir la ley, sí colocó el enfoque más en el amor, desviándolo de la venganza (ojo por ojo, etc.); el perdón en lugar del resentimiento. Pero esto sólo era necesario debido a que aún estábamos atrapados en la identificación con la mente, creyendo que somos capaces de ser heridos, y por tanto, capaces de hacer daño a otro. El humano puede hacer daño, pero el humano no es quienes somos.

Lo que pasa es que ahora tú, quiero decir TÚ, quién eres en realidad, se ha cansado de todo estw vociferar y desvariar de la mente. Es como si fuéramos unos lunáticos. Y lo somos siempre y cuando nos identificamos con el humano. Y por cierto, lo que vemos fuera de nosotros es un reflejo, pero sólo de lo humano. La ilusión que creamos es tan convincente (sin embargo una ilusión a pesar de todo), y sirve como un espejo de lo humano en TODO momento. ¿Alguna vez viste Enter the Dragon con Bruce Lee? En un momento en la película él estaba atrapado en una habitación llena de espejos y tuvo que salir luchando de este laberinto. Bueno, esto es lo que estamos haciendo. Nos rodeamos de un mundo lleno de espejos de nuestro aspecto humano, ¡pero no somos lo humano! Sin embargo creemos que lo somos, así que nos identificamos con ser solamente humano en gran medida y por tanto nos perdemos en la ilusión. Y ahora estamos atrapados en la necesidad de ser aceptados y eso nos ocasiona dejarnos ser controlados y bingo, ahora estamos por siempre tan dispuestos a confinarnos a las costumbres sociales, a actuar de tal manera para agradarles a otros, para que nos acepten. Y es tan emocionante, por un lado, porque esta experiencia es bastante espectacular (lo que nos permite sentir algo. Alejarnos de lo divino causó una pérdida genuina de los sentimientos de la compasión así que la mente compensa esta situación creando drama, ahora por lo menos nos sentimos vivos), y sin embargo tan vacíos por otra parte porque el drama carece de la libertad que sólo el ahora (divino) ofrece, el sentimiento de la compasión, el precursor de la paz. Pero permitimos que esto nos sucediera y nos hemos quedado muy cómodos con ello.

Es por eso que la fusión es un proceso. Requiere de un lento despertar (o recordar). Es el proceso de elegir muy lentamente y suavemente por voluntad propia identificarse con la verdadera naturaleza del amor incondicional y la compasión. Como se señaló anteriormente, la mente no quiere tener esta experiencia con demasiada frecuencia; al principio, porque va en contra de todo lo que puede razonar. Por ejemplo, no es racional confiar cuando no hay absolutamente ninguna razón que la mente puede ofrecer para confiar (porque confiar requiere soltar el control). Entonces se niega a hacerlo. Pero este proceso de ascensión es un proceso de agotar lentamente a la mente. Una vez, dos, tres veces, de nuevo, una y otra y otra vez, y cada vez que entras en el ahora sin pensarlo y experimentas lo divino por lo que realmente es, la mente te saca y cuestiona, teme, duda, a veces incluso pone el grito al cielo, pero la belleza del proceso es que con cada momento que se pase en el seno de lo divino llega un poco más de conocimiento, que es lo que permite un poco más de confianza y un poco más alegría y pasión por la vida. Esto no le parece gran cosa a la mente porque sabe que siempre puede meterte de nuevo al pasado o al futuro, pero cuando empieza a entender que lo que realmente quieres es entregar el control, bueno, esto es motivo de tremenda inquietud. Una vez que la mente está convencida de que la ascensión es lo que es tu propósito, se sube al carro decidiendo que tratará de encontrar la manera de lograr esto porque sabe que esto va a ganarle más tiempo. Aunque sí sabe que va a tener que finalmente ceder el control, prefiere; no, exige que debe entender todo esto primero (¡maldita sea!). Y ahora está pasando todo su tiempo en este juego de tratar de alcanzar el estado de ascensión y todavía no tiene intención de hacerlo realmente, es decir, de aparecerse plenamente en el ahora. Renunciar a su control no está en su lista “de cosas por hacer”.

Oh, de nuevo, sabe que algún día va a tener que hacerlo. Cuanta más comprensión tenga de lo que se asemeja la ascensión, más se da cuenta de esta verdad. Pero todavía no tiene ninguna intención real de hacerlo realmente. Su propósito, por diseño podría añadir, es continuar distrayéndonos del verdadero premio, que no es otro que el ahora, un lugar donde la mente no es capaz de ir a menos que ceda el control. Pero, de nuevo, la belleza de este proceso en que estamos es que saber quiénes somos en un nivel experimental cultiva la confianza y nadie nos puede quitar esta confianza, ni siquiera la mente. Y esta confianza está en la compasión y la aceptación. Saber quién eres significa aceptar quién eres con total compasión, sin necesidad de cambiar nada, ni dentro de ti o fuera de ti, incluyendo la mente. (Además, la habitación llena de espejos que está a todo nuestro alrededor es sólo una ilusión. ¿Cómo puedes cambiar una ilusión? ¿Tratarías de cambiar un espejismo? Es una tontería cuando se piensa en ello, pero eso es lo que constantemente estamos tratando de hacer. ¿Y pensamos que somos inteligentes?). Tener verdadera compasión sólo es posible en el ahora, porque cuando nos identificamos con el pasado (o el futuro) sólo podemos racionalizar a lo largo de nuestro camino. No hay verdadera experiencia de la compasión. Por ejemplo, ¿perdono o no? ¿Siquiera necesito perdonar? Si todo esto es una ilusión no tenemos que perdonar por ningún motivo porque nada pasó. Si no hay bueno ni malo, entonces la persona no hizo nada malo de todas maneras, entonces ¿por qué los perdonaríamos? Este tipo de preguntas son infinitas. La identificación con todo esto sólo te volverá loco. En el ahora sólo eliges amar sin agenda o apego porque te sientes seguro de hacerlo, porque sabes que siempre serás cuidado. Simplemente sabes. Lo divino SABE. Eso es todo lo que sabe. Y no le importa nada más. En realidad no se preocupan por el sin fin de preguntas de la mente. ¿Por qué? Todas son tan tontas, porque ya SABE. No tiene necesidad de leer un libro o discutir algo con todos los demás en un vano intento de averiguar algo porque conoce la inutilidad de analizar una ilusión. SABE que todo lo que es real es el amor (y sin embargo adora al humanos que somos que piensan que necesitamos estas cosas). Y saber en un nivel experiencial permite la paz porque cuando existe la ausencia de la necesidad de entender, lo único que queda es el silencio. El ahora es silencioso. No hay pasado ni futuro. Ningún análisis o intriga. Únicamente existe el momento, la paz, la tranquilidad, eternamente. Esto es lo divino.

Ahora estamos en el proceso de permitir que lo divino se fusione con lo humano y eso requiere confianza, y eso requiere saber, y eso requiere aquietarse el tiempo suficiente para experimentar el saber (o más bien, el “ahora”), y eso requiere hacer esa elección. Y eso es todo. Es realmente muy simple. Si puedes renunciar a toda la necesidad de comprender y simplemente permitir que el saber brote desde adentro, entonces empiezas a saber. Y cuanto más sepas, más entiendes que no hay nada que entender. ¿A quién diablos le importa? Todo es un juego masivo muy denso, una ilusión (la matriz) en la que nos hemos estado divirtiendo tanto jugando, pero eso es tan viejo y fatigoso ahora y parte de nosotros preferiría simplemente morir porque estamos agotados.

Y hacia aquí es donde todo esto está dirigiéndose. Ascensión significa la muerte del control de la mente y un nacimiento hacia el ahora. Significa el final de la identificación con todo lo que la mente se aferra para mantener un sentido de la existencia. Significa pasar de una oruga a una mariposa. Ya no cruzar la carretera yendo en línea recta (como lo hace una oruga), sino más bien, volando como la mariposa, al antojo del viento, yendo hacia donde el viento nos está llevando. ¿Puedes confiar en ti mismo lo suficiente para seguir la inspiración que fluye del saber, incluso si te aleja de todas tus metas? Esto requiere ya no identificarse con la mente. Por eso el proceso es lento. Tienes que ser capaz de discernir la diferencia entre lo que la mente está diciendo y lo que el corazón sabe. Esto no es posible hasta que hayas cultivado suficiente conciencia de y por lo tanto confiar en lo divino en tu interior. Es un poco de un dilema sin salida. La ignorancia engendra ignorancia. Volverse culto requiere confianza en algo que es desconocido en ignorancia. Es por eso que Pablo introdujo el concepto de “fe”. Con la crucifixión y resurrección de Jesús, el humano ahora tenía algo en que tener fe. Y el humano entonces confió en que a través de la fe por sí sola, al final llegaremos al cielo. Y aquí es donde hemos estado atascados por más de 2000 años. El saber no entiende a la fe. La fe es producto de no saber. ¿Entiendes esto? El cristianismo exige fe porque no sabe. Ascensión significa que el humano se fusiona con lo divino para que él/ella sepa quién es. Esto es traer el cielo a la tierra en lugar de esperar llegar allí; en otro lugar, más tarde después de morir físicamente. El cielo es ahora. Es la ascensión cuando todavía se vive en un cuerpo físico. Pero la mente no entiende esto.

La mente es algo ya antiguo. Ha usado una enorme hendidura en la grieta de nuestro cerebro y seguirá haciéndolo siempre y cuando elijamos identificarnos con ella. No es que la mente no sea útil a veces, es sólo que nunca se tuvo la intención de que fuera nuestro guía. Si elegimos identificarnos con el alma, lo divino, el ahora, pasamos a una realidad totalmente diferente, una en la que todas las cosas son posibles porque no hay restricciones. La mente ha creado todas las restricciones. De hecho, todo el mundo físico es sólo un holograma, una ilusión proyectada hacia afuera por la mente. Lo creamos nosotros mismos y luego nos metimos rápidamente en él mucho como si estuvieras viendo una película y luego simplemente decidieras saltar en la corriente de luz proveniente del proyector y fluir derecho en la pantalla y hacia el mundo que acababas de estar viendo unos cuantos momentos antes. Ahora estás dentro de él, experimentándolo como una realidad. Estamos en el set de filmación todo el tiempo, creando nuestro propio reality show, al igual que en la película “Truman” como interpretada por Jim Carey. Esto es lo que este mundo es. Fuera de la ilusión es un mundo de amor y confianza más allá de nuestra imaginación.

En las alas del amor simplemente volamos por encima de las nubes y experimentamos, punto. Ya no hace falta descifrar nada. El misterio de todo es increíblemente fascinante y, sin embargo, hay un intenso saber de que tú SABES así que simplemente aceptas el misterio. Estás de acuerdo con él. Entonces, no hay nada tan misterioso sobre ello. Simplemente confías en él y te deleitas en él. Aquí es donde decido ir. ¿Te imaginas lo delicioso y exquisito que ese tipo de vida podría ser? ¿Sin más preocupaciones? ¿Sin más miedo? ¿Sin más duda? Para lograrlo debes salir de la cabeza y entrar en el ahora (saber). Esto requiere confianza. No hay otra forma que yo sepa.

Por Paul Reinig

14 de junio, 2010
http://masteringtheartoftruelove.wordpress.com/
Traducido por Maribel González – marigo28@gmail.com

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