Lección 23:
Vergüenza, Culpa, e Indignidad
Por John McCurdy
Los sentimientos de vergüenza e indignidad están muy, muy profundos en los humanos, y se remontan a hace muchos tiempos. Ustedes primero sintieron indignidad, y los sentimientos de vergüenza y culpa cuando primero se encontraron fuera de Todo Lo Que Era. Se sintieron perdidos y solos. Se sintieron destrozados en un billón de billón de pedazos. Se sintieron como si hubieran sido destrozados, y no podían recordar por qué. Pensaron que habían hecho algo malo, y que habían sido desterrados, o como mínimo, que habían cometido un error absurdo y que se habían perdido.
A medida que empezaron a avanzar, y se encontraron a otros e interactuaron con ellos, las cosas no siempre resultaron de la manera que esperaron. A veces lo que decían o hacían ocasionaba que el otro se sintiera herido, y entonces sentían vergüenza. A veces lo que hacían no funcionaba como lo esperaban y entonces sentían más vergüenza y más indignidad.
A veces sin proponérselo permitían que otro se alimentara de su energía, y el resultado era que se sentían pequeños e indefensos e indignos.
Y entonces vinieron a la Tierra, queridos amigos, y una vez más pasaron por un intenso, difícil proceso de fragmentarse, de meterse abajo en la densidad de la materia física. Oh, fue un muy difícil, y de cierta manera un muy doloroso proceso, pero fue uno que ustedes eligieron voluntariamente y con entusiasmo. Pero sin embargo, cuando llegaron a la Tierra no podían recordar por qué estaban allí.
Y una vez más se sintieron perdidos y solos. Se sintieron como si hubieran sido fragmentados y destrozados. Se sintieron como si hubieran perdido el contacto con algo muy valioso. Sintieron un gran agujero en su interior, porque se habían separado de la mayoría de quienes eran.
Incluso su alma, la parte de ustedes que permanece en los otros reinos mientras están en la Tierra, que mantiene un equilibrio para ustedes, una ancla para que no se pierdan aquí, incluso esa parte de ustedes no es todo ustedes. E incluso ella no podía recordar plenamente de dónde habían venido.
Así que comenzaron a regresar a la Tierra, vida tras vida, cada vez olvidándose aún más quienes eran, cada vez sintiéndose más pequeños, y más solos. Oh, a veces alcanzaban a ver otra parte de ustedes; a veces sentían una agitación en su interior, y sabían que ustedes no se limitaban solamente a ser este pequeño humano. Y querían tan desesperadamente volverse a conectar con ello, pero no podían encontrar un modo.
Entonces se amontonó la vergüenza sobre la vergüenza, y se sintieron más y más indignos. Buscaron la solución en otros. Buscaron la solución en el poder, en la alimentación de los demás. Descubrieron que si podían alimentarse lo suficiente de la energía de otras personas –por supuesto que no sabían que eso era lo que era– pero si podían controlar y manipular a suficientes personas, descubrieron que durante un tiempo se sentían mejor consigo mismos.
Pero demasiado pronto todo eso se vino abajo. Las personas se rehusaron a ser controladas por más tiempo, y se volvieron contra ustedes y se alimentaron de su energía. Entonces se sentían aún más pequeños y más solos de lo que se habían sentido antes, y se sentían aún más avergonzados y aún más indignos.
Con el tiempo la humanidad llegó a un punto tan bajo que llegó a creer, a creer sinceramente, que el género humano era malo por naturaleza. Ustedes llegaron a creer que no había esperanza. La humanidad desarrolló una idea de Dios, de un Dios en algún lugar en el cielo que tenía poder sobre todas las cosas, y en especial sobre las personas, y llegaron a creer que habían disgustado a ese Dios.
La humanidad creó una creencia de que el género humano, en sus primeros días, había disgustado a ese Dios, y estaban sentenciados al tormento y sufrimiento eternos a causa de eso. Llegaron a creer que no era suficiente que sólo ustedes vivieran una buena vida, porque sus padres habían pecado, y los padres de ellos habían pecado, y sus padres antes de ellos habían pecado, y de alguna manera ustedes tenían que cargar con la responsabilidad de eso.
No era cierto, queridos amigos, pero llegaron a creerlo con todo su corazón, porque era la única explicación que tenían por el suplicio que sentían. Entonces se sintieron aún menos dignos y sintieron aún más vergüenza.
Entonces se dedicaron a tratar de complacer a Dios. Trataron de vivir una vida buena y honorable, y a menudo fracasaron estrepitosamente, pues descubrieron que había partes de ustedes que no podían controlar.
Oh, se esforzaron tanto. Sintieron que su cuerpo y sus necesidades y deseos e instintos eran malignos, y se esforzaron tanto por controlarlos. Trataron de controlar su mente. Trataron de controlar todo acerca de ustedes.
Pero queridos amigos, un ser creador soberano no se puede controlar por mucho tiempo, y finalmente, alguna parte de ustedes iba a estallar en cólera, en alguna gran explosión, y harían cosas que nunca imaginaron que podían hacer. Les harían daño a las personas, o incluso si no herían a los demás hacían cosas que estaban en contra de las reglas, entonces sentían más vergüenza y más indignidad.
Y entonces se serenaban y se esforzaban aún más por controlarse. Se unieron a la iglesia y se hicieron un monje o un sacerdote, y dedicaron su vida a Dios, y más importante aún, a ser una buena persona. Entonces su trabajo se volvió imponer esta religión, esta moral, sobre los demás, y obligarlos a vivir por las mismas reglas y castigar a cualquiera que no lo hiciera.
Y eso llevó a atrocidades contra otros humanos, porque en nombre de Dios sintieron que tenían que salir y castigarlos, e incluso asesinarlos y torturarlos si no se comportaban de la manera que la iglesia dictaba que debían hacerlo.
A veces por un tiempo, en su rectitud se sentían justificados en lo que hacían, y se alimentaban de la energía de aquellos que castigaban. Y se sentían poderosos y moralmente superiores, y sentían como si estuvieran haciendo la obra de Dios. Sentían que tenían un propósito en la vida, y que esa vida tenía un poco de significado, así que intensificaron sus esfuerzos.
Pero tarde o temprano su humanidad volvía a la superficie, y veían lo que habían estado haciendo. Veían el sufrimiento que habían creado en nombre de Dios, y entonces se sentían pequeños y avergonzados e indignos una vez más.
A veces entraban en una vida con un gran deseo de servir a Dios y le pedían –le rogaban– a Dios que les mostrara el camino, que les ayudara, y se encontraban en miseria. Encontraban que nada salía como querían que saliera, y entonces se sentían pequeños y avergonzados. Sentían como si hubieran fracasado, como si le hubieran fallado a su propio creador.
Llegó un punto en que la conciencia comenzó a cambiar un poco. Un nuevo conocimiento empezó a introducirse en la conciencia, y el ser que la historia registra como Jesús de Nazaret, o como Yeshua Ben Joseph, fue enviado a la Tierra con un nuevo mensaje. Fue un mensaje destinado a aliviar la vergüenza de la humanidad, y funcionó hasta cierto punto, pero pronto el mansaje fue distorsionado. La humanidad no estaba lista para ello, pero se sembró una semilla, una pequeña semilla de esperanza. Una esperanza de que quizás, sólo quizás, hubiera una manera de salir de este lío, una manera de volver a caer en gracia con Dios.
Pero muy pronto, incluso ese mensaje se perdió, por un tiempo; hubo aquellos aquí y allá que lo mantuvieron vivo. La esperanza se distorsionó hacia otra manera de alimentarse de la energía de los demás, todo en nombre de Dios.
Durante muchos siglos la semilla parecía haber desaparecido. Pero no lo había hecho, queridos amigos. Fue creciendo aquí y allá. Aquí y allá la gente comenzó a despertar, sólo unos pocos, pero ésos pocos comenzaron a cambiar la conciencia.
De vez en cuando se cruzaban con algunas de ésas personas, o escuchaban de ellas o de las cosas que hacían, y se sentían pequeños en comparación a ellos. A menudo los ignoraban y decían que tenían que ser del diablo, y regresaban a su fe y se preguntaban por qué su vida era tan miserable. Y seguían sintiéndose pequeños y avergonzados y solos.
Se marchaban en cruzadas. Salían y trataban de convertir al mundo al Cristianismo, o a la religión a la que pertenecían, ya que se les había enseñado que Dios no podía volver, que Dios no podía aceptar de vuelta a la humanidad, hasta que todos los que no creían hubieran sido destruidos; hasta que todos en la Tierra creyeran en la forma que su iglesia enseñaba. Sin embargo nunca funcionó, queridos amigos. Nunca funcionó, y entonces se sentían pequeños y avergonzados una vez más.
Entonces ahora llegan a esta vida, y una vez más entran pequeños, indefensos, y ya conllevando una sensación de vergüenza y de indignidad. Y debido a que son un creador, y debido a que el mundo que los rodea siempre refleja el mundo en su interior, crearon muchos acontecimientos y muchas circunstancias en esta vida que refuerzan este sentimiento de vergüenza y de indignidad.
Pero al mismo tiempo, algo nuevo está ocurriendo dentro de ustedes. A lo largo de sus últimas vidas han comenzando a despertar, y ahora en esta vida –pudo haber comenzado desde el principio, o pudo haber sido sólo recientemente– que empezaron a tomar conciencia de algo más, de algo más grande que ustedes el humano. Ahora ya están empezando a despertar en serio, y ahora es el momento de soltar esa vergüenza, esa indignidad.
Oh, no pueden luchar contra ello, queridos amigos. No pueden alejarlo. ¿Por qué? Porque en realidad no existe. En realidad no es real. Es una ilusión que ustedes crearon; es una manera de pensar que ustedes han elegido. La vergüenza y la indignidad es sólo una manera de pensar. Es una historia que se siguen contando, una y otra vez, y ahora es el momento de contarse una nueva historia.
Oh, su mente contraatacará, su mente discutirá. Dirá, “Todo suena fantástico, pero ¿cómo sé que es cierto? ¿Cómo sé que puedo creerlo? ¿Cómo sé que no es más que otro truco, otro juego, creer que soy un creador?
Queridos amigos, si miran profundamente dentro de ustedes, saben que es verdad. Pero sin embargo, ya están aprendiendo que las historias que se cuentan son lo que crean su realidad, así que ¿no sería mejor contarse una nueva historia, ya sea cierta o no?
No hay ninguna “Verdad,” queridos amigos. Únicamente existe lo que ustedes eligen, porque eso se convierte en su realidad. Lo que sea que elijan se hace realidad, es verdad, si así lo permiten.
Oh, eso es difícil para su humano, para su mente de comprender, pero así son las cosas, queridos amigos. Y si estuvieran libres de la vergüenza y la indignidad, y si estuvieran libres para ser quienes son y para vivir su creadorazgo conscientemente, entonces es hora de contarse una nueva historia.
Esa es la única manera, queridos amigos. Es una elección, porque la vergüenza que sienten no es más que una historia que se siguen contando. Eso es todo lo que es. ¡Eso es todo lo que siempre ha sido! Así que si quieren liberarse de ello, entonces tienen que elegir contarse una nueva historia.
Ustedes son un grandioso creador, queridos amigos. Existen fuera de esta historia que han vivido durante tanto tiempo. Esa parte de ustedes de la que se han sentido tan separados está volviendo a casa ahora, o intentándolo. No puede entrar hasta que la dejen. No puede entrar mientras estén eligiendo la vergüenza, mientras se estén contando la muy traída y vieja historia.
Ustedes no van a morir y volver a casa a algún lugar lejano donde se reunirán con todo lo que son. No funciona así, queridos amigos. Es únicamente aquí en la Tierra que se pueden reunir completamente con todo lo que son.
Oh, y eso desafía todo lo que se les ha enseñado, pero es la verdad, queridos amigos. Existen miles de humanos que han despertado, hay miles de Maestros Ascendido en los otros reinos, que les pueden decir que es verdad. Porque ellos, cada uno de ellos, reclamó su creadorazgo y su maestría aquí en la Tierra.
No, cuando uno muere, si no ha recuperado a su Sí Mismo, estará de vuelta tarde o temprano. Estarán de vuelta en la Tierra, o irán a las nuevas Tierras que se están creando ahora mismo en el patrón de la Tierra, y vivirán otra vida. Y quizás otra, y otra, hasta que elijan permitirse volver a casa a ustedes; hasta que elijan dejar de contarse esa traída y vieja historia de vergüenza e indignidad, y contarse una nueva historia de quien realmente son.
Queridos amigos, en sus relaciones aquí en la Tierra con otros, han aprendido que si continuamente avergüenzan y reprenden a la otra persona, y las hacen pequeñas y las tratan como indignas; han aprendido que tarde o temprano ellas se van. Los dejaran. Pero si las alaban, si las tratan como su igual, si las tratan como si ellas son buenas y merecedoras, se acercan más a ustedes en la mayoría de los casos. En algunos casos ellas están tan atrapadas en su propia vergüenza que no pueden manejar eso. No pueden manejar escuchar de manera diferente, así que se marchan y se alejan gateando y viven su vergüenza más. Pero eso no se trata de ustedes, queridos amigos.
Cuando se enamoran de alguien, cuando realmente se enamoran, ¿cómo tratan a esa persona? ¿La tratan como que si ellos fueran vergonzosos o malvados? ¿O los tratan como si fueran el más grandioso ángel que jamás han conocido, y dignos de la mayor alabanza y de todas las cosas mejores que la vida puede ofrecer?
Bueno queridos amigos, para enamorarse de ustedes mismos, tienen que empezar a tratarse de la manera en que tratarían a su amante más querido. Y eso quiere decir contarse una nueva historia.
¿Han notado cuán a menudo se echan la culpa? ¿Cuán a menudo se cuentan la historia de que son estúpidos? ¿Que son indignos? ¿Que son pequeños? ¿Que no cuentan?
Escúchense, queridos amigos. Escuchen su dialogo interno, las cosas que se dicen en su mente. ¿Qué pasaría si le dijeran ésas cosas a su amante?
Queridos amigos, si quieren recuperar su creadorazgo; si quieren ser todo lo que son y poner fin a este ciclo de vergüenza y miseria, entonces es hora de empezar a hablarse de la manera que le hablarían al más grandioso amante que jamás han conocido.
Su mente dice, “¡Oh, pero no es cierto!”
¡Queridos amigos, queridos creadores eso es HABLAR MIERDA! Esa es la mentira más grande que se haya dicho.
¡Supérenlo, queridos amigos! Porque la verdad es que son un ser grandioso y magnífico. ¡No hay ningún ser en ningún lado en el universo, en ningún lado en el omniverso, que sea más grandioso que ustedes! Y cuando comienzan a contarse esa historia, su vida cambiará.
Cuando comienzan a hablarse en su mente, y con su voz cuando se miran al espejo, de la forma que le hablarían a su amante, al amante más preciado, entonces queridos amigos, empezarán a enamorarse de ustedes mismos. Pero sólo entonces.
Así que queridos amigos, nos gustaría que se tomen un tiempo; tomen un cuaderno, miren dentro de ustedes, y escriban algunas de las historias que se cuentan, algunas de las maneras en que se avergüenzan a sí mismos. Y por cada una queremos que se cuenten –y anótenlo– una nueva historia. Una historia de su grandeza, una de su valía, y de lo maravillosos que son.
Queremos que miren ésas cosas de las que están avergonzados, y queremos que encuentren una manera diferente de verlas, que encuentren una manera de verlas bajo una nueva luz donde pueden celebrar las experiencias que fueron; donde pueden celebrar en lo que los han convertido, la sabiduría que adquirieron de ellas, los regalos que les dieron. Porque queridos amigos, en cada experiencia, sin importar lo buena, lo mala, hay un regalo. Hay un precioso regalo. ¡Encuéntrenlo, queridos amigos!
Es fácil cuando las experiencias son buenas, pero han estado huyendo con tanta fuerza de ésas malas experiencias que nunca se han tomado el tiempo de recibir sus regalos. Y queridos amigos, de muchas maneras ésos regalos son incluso más preciosos e incluso más valiosos que los regalos de las buenas experiencias.
No importa lo mala que fue la experiencia. Si fueron violados, si fueron casi matados a golpes; incluso si ustedes le hicieron ésas cosas a alguien más, hay un regalo para ustedes, queridos amigos, un grandioso, magnífico, y oh tan precioso regalo.
Es hora de dejar de huir de ustedes, queridos amigos. Es hora de elegir soltar sus historias de vergüenza, y de indignidad. Es hora de darle la bienvenida a casa al dolor en su vida, y encontrar los regalos que están envueltos dentro de ello. Porque cuando lo hacen, se encontrarán a sí mismos.
Encontrarán aquellas partes de ustedes que han estado faltando durante tanto, y encontrarán su propia completitud. Finalmente se sentirán realizados y completos, y conocerán su propio creadorazgo.
Somos completos.
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http://www.creatorship101.com/
Traducido por Maribel González – marigo28@gmail.com
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