AYHAM DOYUK Y EL “AGUA DE LA VIDA
Por José Antonio Campoy
Como adelanto en el editorial de este mismo número –léalo antes de proseguir, por favor– las afirmaciones del turco Ayham Doyuk son tan extraordinarias que resultan difíciles de creer. De hecho, a pesar de haber hablado largamente con él en Dusseldorf (Alemania) y con algunos de sus colaboradores y de haber presenciado demostraciones realmente inauditas me sigue costando aceptar que todo lo que me contó sea cierto. A pesar de que tanto él como las personas de su equipo me causaron una excelente impresión a nivel humano. Así que entenderé perfectamente que el lector ponga en duda lo que afirma. Y, sin embargo, no
encuentro sentido a que todo sea un fraude magníficamente elaborado. Porque, en tal caso, ¿cómo se explica que se empeñe en hacer sus demostraciones ante científicos y expertos de universidades y centros de investigación? ¿Y cómo se explica que no sólo acepte sino que insista en que los presentes se lleven muestras de los productos de los experimentos para analizarlos en laboratorio? ¿O que acepte que los periodistas graben todo experimento desde cualquier ángulo y distancia para corroborar que no hay posible truco? Es más, todos los recipientes que utiliza en las demostraciones son de vidrio transparente para no dejar dudas. Y eso cuando hay posibilidad de plantearse un posible truco porque en algunos casos parece imposible. Quien suscribe este texto, por ejemplo, ha visto cómo apaga en una décima de segundo una sartén de aceite ardiendo mediante una breve pulsación a un bote de spray que contenía una de sus fórmulas acuosas. Y esa simple demostración me pareció contundente. Al menos, los dos amigos químicos con los que he hablado sobre ello me aseguran que eso es imposible, que no hay ningún producto conocido capaz de lograr eso.
También le he visto meter un dedo en su fórmula acuosa y luego en gasolina, prenderla fuego y ver cómo el dedo ardía hasta consumirse la gasolina… sin que las llamas le afectaran lo más mínimo. “Muy espectacular –pensé en aquel momento intentando buscar una explicación racional– pero eso es que antes se había rociado el dedo con algún producto que yo desconozco y se formó una película protectora….” . Sólo que luego le vi hacer lo mismo con una servilleta corriente de papel. Vi cómo la mojaba en su fórmula, cómo la empapaba después de gasolina, la prendía fuego y ésta ardía unos cuantos segundos hasta que se consumía la gasolina y cómo, a continuación, mostraba la servilleta intacta. Aquello me dejó perplejo. Durante una época de mi vida, hace ahora casi catorce años, tuve la oportunidad de asistir continuadamente durante varios meses a una serie de espectáculos de magia y me interesé ampliamente por saber cómo se hacían los trucos de ilusionismo. Tres meses después era capaz de descubrir la mayoría. Pues bien, tengo la certeza de que en este caso no cabía un posible “cambiazo”. No sólo la servilleta estuvo siempre a la vista sino que para corroborarlo se grabó en primer plano estando sus manos siempre bien abiertas. Tuve mucho cuidado en no perderme detalle. Además, luego vi también cómo hacía lo mismo con una camiseta de algodón depositada en el suelo. Cómo primero le echaba encima su agua, luego la gasolina y cómo la prendía y se quemaba durante un buen rato… para, al apagarse, tomarla con los dedos, sacudirla y comprobar que estaba ¡intacta! No se había quemado ni un trocito.
Debo decir que vi también en video cómo hizo lo mismo con un arbolito que tenía varias hojas secas y estaba colocado en un macetero. Primero lo roció con su fórmula y a continuación de gasolina prendiéndolo. Sólo que como esta vez se trataba de una demostración para el cuerpo de bomberos de Estambul, el árbol se apagó con una manguera de incendios corriente… pero con el agua preparada por Doyuk. Pues bien, las llamas se apagaron en muy pocos segundos y el árbol estaba intacto. ¡No se habían quemado ni las hojas secas!
No quiero insistir. Pero debo añadir que las demostraciones con el fuego son numerosas y espectaculares. Doyuk afirma que el cuerpo de bomberos de Estambul –me mostró el video– ha hecho ya numerosas y sorprendentes demostraciones. Y asegura que la fórmula acuosa que utiliza es tan potente que con ella se puede apagar rápidamente cualquier incendio. Tanto pequeño como de grandes proporciones. Es más, afirma que si se riega un bosque con su agua… éste no puede ya quemarse. Y quien dice un bosque dice una casa. Y no sólo eso: me aseguraría que si un bombero empapa bien con su fórmula el traje especial que lleva y se introduce en el interior de una casa ardiendo… no sólo no se quemaría sino que la temperatura externa que sentiría sería muchísimo menor.
Se me llegó incluso a asegurar que si se riega un terreno con el agua y se hace explotar una bomba la llamarada posterior a la explosión se apaga casi de inmediato.
Por supuesto, no acabarían ahí las demostraciones. Como expliqué al principio, Doyuk asegura que es capaz de convertir cualquier hidrocarburo en oxígeno, hidrógeno y aminoácidos. Y resultó espectacular ver cómo tras echar un simple chorrito con su fórmula en un recipiente grande de vidrio trasparente lleno de agua al que se le había agregado petróleo y gasolina, ambos productos se trasformaban en cuestión de segundos en aminoácidos, en bionutrientes, quedando el agua cristalina y pura. Créanlo: lo que era un gran recipiente con una buena cantidad de petróleo y gasolina se transformó en segundos en agua limpia. Y para demostrarlo, echó un pez en él y éste no sólo nadó apaciblemente sino que acudió pronto a comerse los bionutrientes del fondo en que ambos productos se habían convertido.
No voy a seguir. Necesitaría varias páginas sólo para contar los experimentos y pruebas que Doyuk efectúa para demostrar lo que asevera. Y no ya ante un periodista como es mi caso sino ante científicos de primera línea. Pero el lector sí debe saber que a partir de la “fórmula madre”, Doyuk asegura haber desarrollado numerosas fórmulas secundarias a fin de dar solución a los más variados problemas. Hago un breve resumen de algunas de las áreas en las que afirma que existen ya productos desarrollados y listos para su comercialización aunque advierto que hay muchos más.
–Medio ambiente.
Existen productos que permiten la descontaminación prácticamente total –orgánica, inorgánica y bacteriológica– de océanos, mares, ríos, lagos, lagunas, pantanos, estanques, represas, manantiales y pozos. ¿Cómo? Pues, “sencillamente”, rompiendo las estructuras moleculares de los hidrocarburos y originando un proceso que da lugar a diversas reestructuraciones químicas. Por un lado, el oxígeno y el hidrógeno son liberados hacia la atmósfera y el carbono se precipita hacia el fondo transformado en bionutrientes. El resto de los productos químicos –entre ellos, los metales pesados– son “encapsulados” con lo que se inactivan, se vuelven inocuos. Incluidas las bacterias que terminan desapareciendo.
Es posible pues efectuar una limpieza completa de toda la contaminación existente por petróleo y sus derivados. Cualquier mancha de petróleo en tierra o en océanos, mares, ríos, lagos, etc., desaparece. Y, por supuesto, deja inmaculados oleoductos, refinerías, tanques de almacenaje y transporte, depósitos de residuos, torres, maquinaria, etc.
Asimismo, asegura que podría depurarse por completo el agua de desecho de las ciudades, que todo el “agua” de las cloacas podría reciclarse trasformándola de nuevo en agua pura y, además, sin dejar contaminantes químicos. De forma sencilla y económica.
Es más, existe una fórmula que permite convertir la gasolina en un gel inflamable –algo que permitiría efectuar su transporte sin peligro–, proceso que puede ser revertido con la ventaja de que la gasolina resultante es de mucha mayor potencia y, además, si bien es flamable no puede explosionar.
También pueden desinfectarse por completo los grandes vertederos y evitar las emisiones de gases dañinos por combustión de la basura.
En cuanto a los incendios, la fórmula permite controlar rápidamente cualquier fuego incluyendo los causados por metal, vapor, gas y materiales líquidos, sintéticos y eléctricos. Y lo hace actuando simultáneamente a tres niveles. Primero, sobre la parte superior del fuego impidiendo que el oxígeno lo alimente, lo que consigue encapsulándolo. Ello evita en segundo término las altísimas temperaturas que impiden penetrar tanto al agua como a otras sustancias químicas para extinguirlo. Y en tercer lugar, la fórmula agota la fuente de combustible inerte a través de una reacción bioquímica inmediata en virtud de la cual los hidrocarburos son transformados en aminoácidos. Cabe añadir que todo material combustible al que se le echa agua con la fórmula –madera, papel, petróleo y sus derivados, etc.– se vuelve inflamable. Por tanto, el agua puede utilizarse preventivamente a fin de evitar todo tipo de fuegos.
También existe una fórmula para descontaminar el aire. Incluyendo la producida por las emisiones de gas metano, las sustancias volátiles producidas por numerosos productos de limpieza, los famosos CFCs emitidos por los aparatos de aire acondicionado, refrigerantes y sprays, el óxido nitroso de los fertilizantes, el bromuro de metilo de los pesticidas, el humo del tabaco, el radón, las partículas emitidas a la atmósfera por los incendios forestales, el dióxido de azufre y las cenizas volcánicas esparcidas por los volcanes, etc. Sirva de ejemplo que bastarían unas cuantas avionetas esparciendo la fórmula sobre el cielo de una ciudad para librarla de la contaminación –el llamado smog– en poco tiempo. Eliminando simultáneamente todas las bacterias y virus del ambiente. Y que unas gotas de la fórmula bastarían igualmente para eliminar los gérmenes del sistema de refrigeración de un autobús, un avión, un barco, una vivienda o un edificio de oficinas.
Otra de las fórmulas desarrolladas permite deshacer la nieve y el hielo de las calles, carreteras y campos sin contaminar con productos químicos. Es más, al deshacerse la nieve y el hielo el agua resultante es pura, aparece ya sin contaminación (piénsese que el polvo que se acumula en calles y carreteras pero, sobre todo, en las ciudades es producido fundamentalmente por los hidrocarburos que caen de la atmósfera y estos los trasforma el agua tratada en bionutrientes). Asimismo, elimina todas las bacterias y virus presentes en la nieve y el hielo.
Existe también una fórmula que permite descontaminar cualquier terreno. Y que no sólo trasforma los hidrocarburos presentes en la tierra en bionutrientes y encapsula los demás elementos químicos dañinos inactivándolos sino que se ha preparado para que reduzca el proceso natural de evaporación del agua, las tierras se vuelvan más porosas y se equilibre su PH –queda en un valor de 7– hasta 11 metros de profundidad. La sal y el boro se encapsulan impidiendo que suban a la superficie.
–Estanques.
Existe toda una línea de productos para el tratamiento de piscinas, acuarios, piscifactorías y estanques de agua. Así, hay una fórmula que permite mantener las piscinas impolutas, libres de gérmenes, sin necesidad de usar cloro, elemento químico que si bien hoy se utiliza normalmente para desinfectar tanto las piscinas como el agua potable en realidad es dañino para el organismo. Una más permite conservar los depósitos de agua potables durante muchísimo tiempo. Y otra deja las aguas de las piscifactorías y de los estanques de los jardines, normalmente turbios por la contaminación, el barro y la maleza, transparentes.
–Agricultura.
Hay también diferentes soluciones para todo lo relacionado con el agro. Desde productos que descontaminan cualquier terreno hasta otros que lo fertilizan, protegen las cosechas de plagas dañinas, evitan la deshidratación a causa de la sequía y el exceso de calor, impiden que los vegetales se congelen durante las heladas o hacen que los productos cultivados crezcan y produzcan mucho más de forma natural.
–Industria y hogar.
También existen productos de sumo interés tanto para la industria como para el hogar. Fórmulas que permiten –entre otras muchas cosas– eliminar de forma casi increíble el óxido de las piezas metálicas, limpiar motores y herramientas de todo tipo, dejar impecables objetos de metal sucios (oro, plata, cobre, etc.) o limpiar las paredes ennegrecidas de un edificio por mor de la contaminación, los desechos orgánicos o la pintura. Incluso existe una que limpia –y repara– tanto la carrocería de un coche como todos los elementos del interior. Sin olvidar la existencia de productos para limpiar cristales, suelos, sanitarios, maderas, manchas textiles, etc.
–Higiene personal y belleza.
Obviamente, también existen productos para el cuidado del cuerpo humano. Desde cremas dentífricas hasta champúes.
Insisto en que sólo he mencionado algunos de los productos cuyas fórmulas están ya listas y probadas. Pero hay muchas más. Porque las posibilidades del agua son, si es verdad lo que afirma Ayham Doyuk, innumerables. Incluido el ámbito de la salud aunque éste es un asunto de suma trascendencia del que hablaré en próximos números. Llegados a este punto, tras haber sido testigo de las demostraciones narradas y de varias más, me sentí muy inquieto. No entendía nada. ¿Cómo es posible que todo esto exista –me preguntaba– y apenas nadie lo conozca? Quise respuestas.
–¿Cuánto lleva trabajando con esto?
–Desde principios de los años 80.
–¿Y cómo no se conoce a nivel público? Perdone pero no lo entiendo.
–Bueno, al principio pasé la mayor parte del tiempo investigando y desarrollando las fórmulas. Porque aunque todas se basan en la fórmula madre, que decidí denominar como Aqueous Perfect Solution (perfecta solución acuosa), cada una tiene su propia especificidad de acción. La base es la misma pero cada fórmula es distinta según su uso. La que permite apagar un fuego no es la misma que la que se usa para limpiar las aguas contaminadas. Y son más de un centenar ya las variantes. Luego hacía falta demostrar su funcionamiento. Durante años efectué muchos viajes y reuniones chocando siempre con el escepticismo o con los miedos. A todo el mundo le resultaba difícil de creer lo que contaba. Finalmente, logré montar una empresa dotándola de unas estupendas oficinas y una fábrica donde elaborar los productos… pero ésta se la llevó el terremoto que hubo hace tres años en mi país. Murieron varios trabajadores y la empresa se arruinó. Además, cometí la torpeza de no registrar las marcas y hace poco me las robaron. He tenido que empezar de nuevo registrándolo todo. Y no se puede imaginar lo que cuesta en tiempo, esfuerzo y dinero. Y, para mayor complicación, se está usando mi nombre en Internet fraudulentamente. Se está vendiendo a través de páginas web y a unos precios escandalosos agua con presuntas propiedades curativas supuestamente elaborada por mí. Hasta se han inventado una carta mía que firman con mi nombre publicando mi foto para avalarlo. Excuso decirle la confusión que existe por ello.
–Pero, ¿cómo es eso posible?
–Verá, hace tres años y medio aproximadamente accedí a suministrar a una serie de personas una fórmula muy concentrada que preparé para desintoxicar por completo el organismo a fin de que se pudiera efectuar un protocolo de investigación sobre sus propiedades terapéuticas. Así lo hice durante año y medio. Hasta que un día me enteré de que esas personas, viendo los resultados, se habían puesto a vender sin permiso sanitario alguno botellas con el agua a precios escandalosos. Obviamente, no volví a mandarles nada. Y ellos reaccionaron subiendo aún más el precio de las que les quedaban. Me han dicho que llegaron a cobrar 900 dólares por botella. Y cuando se les acabaron, vinieron a Alemania, compraron sin que yo lo supiera algunos palets con productos de limpieza, los diluyeron enormemente y empezaron a venderlos como si fuera la fórmula de agua terapéutica. Como si todas las fórmulas, aunque la base sea el agua, fueran idénticas. Hoy mismo me he enterado por e-mail de que al parecer hay mil personas intoxicadas en Brasil. Supongo que con algunas de esas botellas.
–¿Y por qué no lo denuncia?
–Estamos en ello. Pero el daño está hecho. Es lo que me ha hecho tener que empezar una vez más desde cero. En todo caso, no se preocupe porque el tiempo pone siempre todo en su sitio. Aunque no estaría de más que comunicara a sus lectores que la única página web mía en Internet es www.adperfectsystems.com
–Pero si al principio se comercializaron tantas botellas con agua curativa habría tenido que mandarles usted mucha cantidad…
–No. Mire, tanto la fórmula madre como algunas de las que se utilizan para descontaminar están muy concentradas. Por ejemplo, para preparar el agua que permite apagar un incendio basta echar un litro de la fórmula en un depósito de cincuenta mil litros. Y la proporción en otros casos puede llegar a ser incluso de un litro por cada medio millón de litros de agua.
–Me parece increíble.
–Es simple: el secreto reside precisamente en que el agua es un transmisor natural potentísimo. Mire, los científicos saben muy poco del agua. Bueno, en general la Ciencia tiene una comprensión de la realidad bastante limitada. Y, sin embargo, el agua es el principal componente de este planeta. Y el principal componente de nuestro organismo. Y de todo organismo vivo. Pues bien, lo que muchos no saben o no entienden es que el agua está viva. Se trata de un elemento con vida. Por eso nutre todo de vida. Aún más, es capaz de producir energía. Y tiene la capacidad de unir y capturar tantos elementos físicos como energías sutiles. Por eso se la llama el solvente universal. Y el problema es que ese agua, en todas partes, se está “muriendo”. Una muerte que empezó con la contaminación masiva a causa del petróleo y sus derivados. Es más, el agua que hoy bebe la mayor parte de la gente del grifo es agua muerta, sin vitalidad. Nos estamos cargando el planeta a marchas forzadas. Esa es la verdad que pocos quieren asumir. Hay muchos intereses económicos detrás.
–¿Y usted puede resolver ese problema con su fórmula?
–Aunque cueste creerlo, sí. Si todos los gobiernos del mundo se pusieran de acuerdo le aseguro que podríamos descontaminar el planeta entero en sólo unos años. Ya sé que suena a ciencia ficción pero es verdad. Ahora bien, eso implica también dejar de contaminar. Y, por tanto, buscar alternativas al petróleo y sus derivados. Que existen…
–Me da la impresión por el tono y la sonrisa de que también las tiene usted.
–Bueno –me dice sonriendo abiertamente–, pues sí. Mire, si al agua corriente se le aplica una de mis fórmulas… se convierte en portadora de electricidad. Antes le mostré que eso es posible (Doyuk se refiere a uno de los experimentos que hizo y de los que no he hablado. La demostración consiste en cortar por la mitad un cable que en un extremo tiene un enchufe y en el otro cuatro bombillas grandes. Hecho esto, introduce los dos extremos del cable eléctrico con las bombillas en un recipiente de vidrio trasparente en el que sólo hay agua tratada con su fórmula y algo más allá los otros dos extremos con el enchufe. Finalmente, introduce éste en la toma de la corriente eléctrica y… ¡sorpresa!: las cuatro bombillas se encienden. ¡La electricidad se transmite a través del agua!). Pero es que además –prosigue diciéndome Doyuk– el agua tratada puede cargarse energéticamente. Uno de los proyectos de futuro es sustituir en los edificios la instalación eléctrica, generadora de campos electromagnéticos negativos para la salud, por simples tuberías de agua a la que se conectarían directamente los aparatos. Podrían desaparecer todas las torres de alta tensión y las líneas eléctricas. Es más, bastaría un simple depósito de agua para generar electricidad en una vivienda durante años. Como bastaría ese agua para sustituir todos los motores de gasolina actuales.
–¿Quiere decir que también puede funcionar un motor con el agua?
–Exacto. Con un motor distinto, claro.
Mi nerviosismo –como el lector entenderá– fue en aumento a lo largo de toda la reunión. Doyuk me explicaría tantas otras posibilidades que empecé a marearme imaginando lo que supondría que todo esto fuera verdad. Quise volver a ese punto.
–Lamentaría ofenderle pero si todo lo que me cuenta es como asegura no entiendo que no tenga usted apoyos de todo tipo.
–Oh, hay gente muy “interesada”, por supuesto. Hace poco he recibido una propuesta económica mareante de una multinacional (menciona el nombre que yo obvio) para quedarse con la exclusiva de comercialización de todos los productos de limpieza y la he rechazado a pesar de mis dificultades actuales. ¿Por qué? Pues porque lo que querían era meter las fórmulas en un armario indefinidamente. Y yo no hago esto por dinero. También ha habido muchos gobiernos interesados… pero para que les ayudase en el terreno militar. Porque las aplicaciones son muchas (En ese momento recordé otro de los experimentos que había hecho. Primero tomó una botella corriente de aceite de girasol y le aplicó un rayo láser para demostrar que traspasaba el líquido. A continuación echó en él su agua y la removió consiguiendo que se mezclase uniformemente, lo que se supone que no es posible. Y, por último, volvió a aplicar el láser… sin que éste fuera capaz ya de traspasar la botella de plástico. Según él, aquello demostraba que el aceite se había trasformado en aminoácidos ya que ésta es la única sustancia que no puede atravesar un láser de luz.)
–Bueno, no todo el mundo tiene la misma falta de ética.
–Es verdad. Y tras muchas de las demostraciones que desde hace años vengo haciendo han aparecido siempre personas que me prometían todo tipo de cosas pero que, a la hora de la verdad, se quedaban en nada. En unos casos porque en realidad no tenían los contactos ni las posibilidades de las que presumían y en otros porque las empresas interesadas chocaban con las legislaciones de sus países. ¿Cómo comercializar la fórmula que hace innecesario el uso del cloro en las piscinas si la legislación obliga a su uso? Hay que cambiar la legislación… y previamente certificar que el agua es inocua. Es más complejo de lo que parece. Y hay muchos intereses en juego. Por eso decidí cambiar de estrategia y en lugar de dirigirme a la empresa privada, acudir a los centros universitarios públicos y a los gobiernos. Y es lo que he empezado a hacer recientemente.
–Ya que lo menciona, ¿cómo es posible que en su propio país no le ayuden?
–Ya le digo que en todas partes hay muchos intereses en juego. Y mi país no es una excepción. En cualquier caso, debo agregar que mi gobierno ha decidido por fin ayudarme recientemente poniendo en marcha varios proyectos coordinados por el Ministerio de Industria. Especialmente a través de una empresa especializada en el desarrollo de nuevas tecnologías llamada Kosgeb que tiene acuerdos de colaboración con centros de 49 países. El pasado 16 de Julio firmé un acuerdo con ellos para llevar adelante un proyecto que se desarrollará en la Universidad Técnica de Estambul a fin de demostrar mediante protocolos que efectivamente se puede trasformar todo tipo de impurezas del agua en aminoácidos, como puede ver (en ese momento me enseña una carta firmada por Ahmet Akar, responsable del departamento de Química, confirmando la aceptación del proyecto). Y el día 22 de ese mismo mes otro acuerdo con el Instituto de Energía Nuclear de la misma universidad para demostrar que es posible también encapsular las partículas radiactivas (me muestra igualmente la carta).
–Quiere eso decir que tiene también una fórmula que permite eliminar la radiactividad de una zona contaminada?
–Sí.
–¿Ha conseguido hacerse oír por otros gobiernos?
–Tengo apalabrado un proyecto importante con el gobierno norteamericano, otro con el ruso y uno más con el chino. Todos recientes. Y ocho con el Gobierno austriaco.
–¡Ocho!
–Sí. Usted sabe que, además de en Alemania, en junio hice varias demostraciones en Austria. El día 6 en la Universidad Johannes Kepler de Linz, el 10 en el Centro de Economía de Götzis, el 11 en la Universidad de Klagenfurt, el 12 en la Universidad de Graz y el 13 en la Universidad de Agricultura de Viena. Fue agotador pero dio resultado. Uno de los presentes, al acabar, me dijo un día: “Es suficiente. No necesitamos que nos demuestre nada más. Vamos a empezar a trabajar si lo desea. Y así empezó todo.”
–Se le nota contento.
–Es que ha costado pero las cosas empiezan a marchar. Y ya verá cómo en cuanto en dos o tres países se empiece a poner todo esto en marcha porque sus gobiernos se animan y hacen las cosas de corazón sin atender a otros intereses, todo se precipita.
–¿Y no ha pensado en España?
–¿Por qué no? Pero, ¿quién organiza eso en su país?
–¿Vendría usted a hacer las demostraciones necesarias si alguien se encarga de organizar todo?
–Por supuesto.
–Pues delo por hecho.
Termino diciéndole al lector que voy a cumplir mi promesa. Y que este mismo mes de septiembre quizás ese acto pueda ya tener lugar. Les tendré informados. Este asunto no ha hecho más que empezar.
http://www.dsalud.com/index.php?pagina=articulo&c=811
Aurtor de artículo: José Antonio Campoy
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