Compartamos
Por Julio Andrés Pagano
Hay un mágico viaje alquímico que todo aquel que quiera Ser debe animarse a emprender para descubrir la luz de su llama interna. Ese viaje comienza con el llamado interno a despertar para volverse más humano. Se trata de una aventura bien desafiante, y por demás movilizante, que es capaz de romper todas las
estructuras. Millones de personas comienzan a sentir que es hora ascender, por eso la existencia nos alienta a abrirnos y compartir para continuar aprendiendo.
Ascender simboliza hacer todo aquello que nos ayuda a ver la vida desde una perspectiva más rica y elevada. A los ojos de la mente, es como si renunciáramos al mundo para escalar solos una montaña agreste que, en apariencia, conduce a la locura. Desde el corazón, ese peregrinar se siente como lo verdaderamente necesario para poder despegar de la densidad cotidiana. La convocatoria a subir es una invitación a vivir las experiencias más reveladoras y humanizantes.
Frente al temor y la inseguridad de los primeros pasos, la montaña se presenta como si fuese un gran problema, prueba o dificultad, que requiere de coraje para hacerle frente. Una vez que el recorrido finaliza, vemos que lo vivido tenía su razón de ser: teníamos que subir y bajar para aprender a religar, debíamos elevarnos y descender para volver a renacer, cerrarnos y abrirnos para redescubrirnos, y así cambiar la percepción, sintiendo que alumbramos desde el corazón.
Compartir es una forma cálida, sensible y amorosa de servir, creando fuertes hebras cristalinas que relumbran. Compartir implica brindarse para que otros puedan contemplar la adversidad como una clara oportunidad para crecer. Por eso, con fe, constancia y mucho amor, sigámonos abriendo. Continuemos compartiendo. Irradiemos confianza para que todos se animen a vibrar de una manera más sentida, fraterna, solidaria y humana. Avancemos amando. Compartamos.
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