Cuantas horas es recomendable dormir al día?
De acuerdo a Seth, a través de Jane Roberts
Con mucho cariño comparto con ustedes estos extractos de Seth-Jane Roberts que considero excelente en el tema. Aunque son más largos de lo que compartimos aquí normalmente, creo que la información podría ser de gran ayuda a muchos del grupo que no la han leído antes; a aquellas personas que creen que no están durmiendo lo suficiente o que están durmiendo demasiado y desean claridad al respecto.
Seth responde a la pregunta de distintas maneras en estos extractos, creo que la diferencia se debe a que depende de la persona, pues como el mismo lo dice, no todos necesitan la misma cantidad de sueño. Pero pienso que por lo regular él lo recomienda como lo dice en el último extracto de abajo, él dice: “Sugiero dormir unas seis horas corridas, y no más. Si todavía se siente la necesidad de descansar más, se puede añadir una cabezadita de un máximo de dos horas [durante el día]. (SETH-SESIÓN 65I)
* Esta vez adjunto el texto en formato Word también para aquellos que deseen imprimirlo y leerlo con tiempo. Que lo disfruten
Pilar del Mar
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De acuerdo a Seth, ¿cuantas horas es recomendable dormir al día?
* Lo siguiente ha sido extraído del libro, Habla Seth I: La eterna validez del alma, por Jane Roberts
SESIÓN DE SETH-JANE ROBERTS,
NO. #532, 27 DE MAYO DE 1970, 21:24 MIÉRCOLES
8. EL DORMIR, LOS SUEÑOS Y LA CONCIENCIA
No todas las personas necesitan la misma cantidad de sueño, y no existe píldora alguna que pueda eximir del sueño, pues se hace mucho trabajo en ese estado. Sin embargo, éste podría hacerse mucho más eficazmente si, en lugar de un período de sueño, se tuvieran dos de menor duración.
Dos períodos de tres horas cada uno serían más que suficientes para la mayoría de las personas, si antes de dormir se dieran a sí mismas las indicaciones apropiadas para asegurar la completa recuperación del cuerpo. [Seth se refiere a darse sugestiones positivas antes de dormir respecto al cuerpo.] En la mayoría de los casos, diez horas de sueño, por ejemplo, son bastante perjudiciales, pues producen pereza de cuerpo y mente. En este caso ocurre sencillamente que el espíritu ha estado fuera del cuerpo durante un período demasiado largo, y se produce una pérdida de flexibilidad muscular.
Así como tomar varios tentempiés es mucho más beneficioso que hacer tres
comidas grandes al día, es más efectivo hacer pequeñas siestas en lugar de dormir un período muy extenso de sueño. De esa forma se obtendrían otros beneficios. El yo consciente recordaría mejor sus aventuras en los sueños como algo natural, y gradualmente el ego las añadiría a la totalidad de su experiencia tal y como él la comprende.
También conseguiríais picos más altos de enfoque de conciencia, como resultado de períodos de sueño más cortos y frecuentes, al igual que una renovación más estable de la actividad física y psíquica. No existiría una división tan definida entre las distintas áreas o niveles del yo, y habría un uso más económico de la energía y de los nutrientes. La conciencia, tal como la conocéis vosotros, también se volvería mucho más móvil y flexible.
Esto no causaría una conciencia o un enfoque menos claros; por el contrario, esa mayor flexibilidad permitiría un enfoque de la conciencia más perfecto. La aparente división que existe entre el yo despierto y el yo dormido, es, en gran parte, resultado de la división que existe en sus funciones, pues ambos están mucho tiempo separados ya que a uno se le ha asignado un período de tiempo, y al otro uno aún mayor. Por lo tanto, los mantenéis separados debido al uso que hacéis del tiempo.
(21.36.) En un principio vuestra vida consciente seguía la luz del día. Hoy en día, y gracias a la luz artificial, no es necesario que eso sea así. Existen, pues, oportunidades que se derivan de vuestra tecnología, de las que no os estáis beneficiando en el presente. Dormir durante todo el día y trabajar toda la noche no es ni mucho menos la respuesta; eso sería sencillamente la inversión de vuestros hábitos actuales. En cambio, sería mucho más efectivo y eficiente, dividir el período de veinticuatro horas de una manera diferente.
De hecho, hay distintas posibilidades que serían preferibles a vuestro sistema actual. Lo ideal sería dormir un período de cinco horas para obtener el máximo beneficio; cualquier período superior no es realmente provechoso. Los que necesiten más sueño, podrían hacer, digamos, una siesta de dos horas. Para otros un período de sueño de cuatro horas y dos siestas serían altamente beneficiosos. Si se le dan indicaciones claras, el cuerpo se puede recuperar en la mitad de tiempo que dedicáis ahora al sueño. En cualquier caso, es mucho más vigorizante y eficiente que el cuerpo físico esté activo en lugar de mantenerlo inactivo durante un período, digamos, de ocho a diez horas.
Habéis entrenado a vuestra conciencia para seguir ciertos patrones que no le son necesariamente naturales y esos patrones aumentan la sensación de alejamiento entre el yo despierto y el yo que sueña. En cierta manera drogáis al cuerpo con vuestras indicaciones, y éste cree que debe dormir cierta cantidad de tiempo en un solo período. Los animales duermen cuando están cansados, y luego se despiertan de una manera mucho más natural.
Recordaríais mucho más vuestras experiencias subjetivas y vuestro cuerpo estaría más saludable, si cambiase esos patrones de sueño. De seis a ocho horas de sueño en total serían más que suficientes con las siestas antes indicadas. Incluso aquellos que piensan que necesitan más cantidad de sueño de la indicada descubrirán que no es así, si no concentran todo el tiempo en un solo período. Todos los sistemas, el físico, el mental y el psíquico resultarían beneficiados.
Las divisiones entre el yo no serían tan grandes. El trabajo mental y físico sería más fácil, y el cuerpo obtendría para sí mismo períodos estables de estímulo y descanso. Ahora, por regla general y sea cual sea su condición, debe esperar por lo menos dieciséis horas. Por otras razones que tienen que ver con las reacciones químicas que se producen en el estado de sueño, también mejoraría la salud del cuerpo. Este horario particular sería de ayuda para la esquizofrenia y, generalmente, también para las personas con problemas de depresión o de inestabilidad mental.
(21.52.) Además vuestro sentido del tiempo sería menos rígido y riguroso. Las capacidades creativas se acelerarían, y se resolvería el gran problema del insomnio que tienen muchas personas, ya que lo que les asusta es a menudo el largo período de tiempo en que la conciencia, como ellos la conciben, parece estar extinguida.
En ese caso se tomarían pequeñas comidas o refrigerios.
Este método de comer y dormir serviría de gran ayuda para muchas dificultades metabólicas, y también para el desarrollo de la capacidad espiritual y psíquica. Por diferentes razones, la actividad física durante la noche tiene un efecto diferente en el cuerpo que la actividad física durante el día, y lo ideal sería obtener ambos efectos.
En ciertos momentos de la noche, los iones negativos del aire son mucho más fuertes o numerosos que durante el día, por ejemplo; en consecuencia, la actividad durante ese período, especialmente un paseo o cualquier actividad al aire libre, sería altamente beneficiosa para la salud.
El período anterior al alba representa a menudo un punto crítico para las personas seriamente enfermas. La conciencia ha estado ausente del cuerpo durante un período demasiado largo y, cuando vuelve, encuentra dificultades al tener que vérselas con el mecanismo de un cuerpo enfermo. Por ello, la práctica corriente en los hospitales de dar medicinas a los pacientes para que duerman toda la noche es perjudicial. En muchos casos es demasiado grande el esfuerzo que debe hacer la conciencia que retorna para hacerse cargo de nuevo del mecanismo debilitado.
Ese tipo de medicamentos a menudo impide ciertos ciclos de sueños necesarios que pueden ayudar a la recuperación del cuerpo, y eso hace que la conciencia resulte enormemente desorientada. Algunas de las divisiones entre las distintas partes del ser, por lo tanto, no son realmente necesarias sino que obedecen a la costumbre y a la conveniencia.
En tiempos pasados, y a pesar de que no había luz eléctrica, los períodos nocturnos de sueño no eran largos y continuados, pues los refugios no eran muy seguros. El hombre de las cavernas, por ejemplo, tenía que estar alerta mientras dormía, debido a los depredadores. Los aspectos misteriosos de la noche que reinaba en el exterior lo mantenían parcialmente alerta. Se despertaba a menudo, y vigilaba la tierra cercana y también su lugar de refugio.
(22.04.) No dormía durante largos períodos, como hacéis vosotros. Por el contrario, sus períodos de sueño eran de dos o tres horas a lo largo de la noche desde el atardecer hasta el alba, pero alternados con períodos de intensa actividad, despierto y alerta. También se deslizaba fuera para buscar comida cuando creía que los depredadores estaban dormidos.
Eso desencadenaba una movilidad de conciencia que aseguraba verdaderamente su supervivencia física, y, cuando estaba despierto, le permitía recordar aquellas intuiciones que le aparecían en estado de sueño y beneficiarse de ellas.
La causa de muchas enfermedades es sólo esa división vuestra y ese largo período de inactividad corporal, y el prolongado enfoque de la conciencia ya sea en la realidad del sueño o en la del despertar. Vuestra conciencia normal se puede beneficiar de las excursiones a esos otros campos de realidad en los que se entra en los sueños, y la llamada conciencia del sueño se beneficiará también de excursiones frecuentes al estado despierto.
Traigo a colación estos asuntos aquí, porque tales cambios en los patrones habituales tendrían como resultado un entendimiento mayor de la naturaleza del ser. Las partes internas de la personalidad que sueñan os resultan extrañas, no sólo por la diferencia esencial de enfoque, sino porque dedicáis claramente partes opuestas del ciclo de veinticuatro horas a esas áreas del ser.
Vosotros las separáis lo más posible y, de ese modo, dividís limpiamente vuestras capacidades intuitivas, creativas y psíquicas de vuestras capacidades físicas, manipuladoras y objetivas. No importa cuántas horas de sueño consideréis necesarias: os sentiríais mucho mejor durmiendo durante varios períodos de tiempo más cortos, y realmente necesitarías dormir menos tiempo. El período de sueño de mayor duración debería ser durante la noche; pero, repito, la eficacia del sueño disminuye después de seis u ocho horas de inactividad física y hay también otras desventajas.
Las funciones de las hormonas y de las sustancias químicas, y en especial los procesos suprarrenales, serían más eficaces con estos períodos alternos de actividades que he mencionado. El desgaste natural del cuerpo se minimizaría, mientras que a su vez, los poderes regenerativos funcionarían al máximo. Y se beneficiarían por igual las personas con metabolismo alto y bajo.
Los centros psíquicos se activarían más frecuentemente, y la identidad total de la personalidad estaría mejor mantenida y más fortalecida. La movilidad y flexibilidad de conciencia resultantes redundarían en una mayor concentración de conciencia, y los niveles de fatiga permanecerían siempre por debajo de los picos peligrosos. También se conseguiría un mayor equilibrio mental y físico.
Estos horarios se pueden adoptar con bastante facilidad. Aquellos que tengan un horario de trabajo partido podrían dormir cuatro o seis horas durante la noche, según las necesidades individuales, y hacer una siesta después de la comida. Un período superior a seis u ocho horas de sueño continuo trabaja en contra vuestra, y uno de diez horas puede ser bastante perjudicial. Cuando os levantáis en ese caso, no os sentís descansados, sino vacíos de energía.
Si no comprendéis que durante los períodos de sueño vuestra conciencia normal abandona realmente vuestro cuerpo, todo lo que he dicho no tiene significado alguno. Vuestra conciencia vuelve a veces para comprobar los mecanismos físicos, y la simple conciencia de átomos y células – la conciencia del cuerpo – permanece siempre con el cuerpo para que éste no quede vacío. Pero las partes del ser altamente creativas dejan el cuerpo durante largos períodos de tiempo, cuando dormís.
(22.39.) Muchos casos de comportamiento neurótico son resultado de vuestros hábitos de sueño actuales. También el sonambulismo está conectado en cierta manera a estos hábitos. La conciencia quiere volver al cuerpo, pero ha sido hipnotizada con la idea de que el cuerpo no se debe despertar. Entonces aparece un exceso de energía nerviosa que pone los músculos en actividad, pues el cuerpo sabe que ha estado demasiado tiempo inactivo y que de ello resultarán fuertes calambres musculares.
Lo mismo sucede con vuestros hábitos alimentarios. Alternadamente, atiborráis de comida los tejidos o les hacéis pasar hambre, lo cual tiene claros efectos sobre la naturaleza de vuestra conciencia, vuestra creatividad y vuestro grado de concentración. De igual manera, matáis de hambre al cuerpo durante la noche, y así aumentáis el proceso de envejecimiento de vuestro cuerpo, negándole la comida durante todas esas largas horas. Todo esto se refleja en la fortaleza y naturaleza de vuestra conciencia.
Deberíais dividir los alimentos que tomáis a lo largo del período de veinticuatro horas, y no solamente durante el período que permanecéis despiertos; si cambiáis los patrones de sueño como os he sugerido, también comeríais durante la noche. Tendríais que comer mucho menos a las «horas de comida» habituales. Tomar pequeñas cantidades de comida más frecuentemente sería mucho más beneficioso que vuestras costumbres actuales, tanto desde un punto de vista físico como mental y psíquico.
El cambio de los patrones de sueño haría cambiar automáticamente los patrones de alimentación. Descubriríais que sois una identidad más unida, seríais mucho más conscientes de vuestras capacidades de clarividencia y telepatía, por citar algunas, y no sentiríais la profunda separación que ahora percibís entre el yo despierto y el yo dormido. Esta sensación de alejamiento se desvanecería en grado sumo.
También aumentaría vuestro disfrute de la naturaleza, pues por lo general no estáis muy familiarizados con la noche. Podríais sacar muchas más ventajas del conocimiento intuitivo que ocurre en el momento de los sueños, y vuestro humor no sufriría altibajos tan marcados como ahora. Os sentiríais más seguros en todas las áreas de vuestra existencia.
Los problemas de senilidad se reducirían también, ya que los estímulos no se minimizarían durante un período tan largo de tiempo. Y la conciencia, al tener una mayor flexibilidad, entraría más en contacto con el sentido de la alegría que le es propio.
SESIÓN 533, 1 DE JUNIO DE 1970
21.20 LUNES
Es bien conocido que en el estado de sueño hay fluctuaciones de conciencia y lucidez. Algunos períodos de actividad de los sueños reemplazan verdaderamente a algunos estados de vigilia. Pero también existen fluctuaciones en la conciencia normal cuando se está despierto, ritmos de intensa actividad de conciencia seguidos de períodos mucho menos activos.
Algunos estados de vigilia son, por supuesto, muy parecidos a los estados de sueño. A veces uno se funde con el otro y así el ritmo pasa desapercibido. Estas gradaciones de conciencia están acompañadas de cambios en el organismo físico. En los períodos más indolentes de la conciencia despierta hay una falta de concentración, un mayor o menor aislamiento de los estímulos, un aumento de accidentes y, por lo general, un descenso del ritmo corporal.
(22.28.) Debido a vuestra costumbre de dormir durante un período largo de tiempo, seguido de un largo período despiertos, no podéis beneficiaros de estos ritmos de la conciencia. Los puntos máximos se suavizan hasta cierto punto, e incluso pasan desapercibidos. Los contrastes agudos y la eficacia natural de la conciencia despierta se utilizan muy raramente.
Bien, os doy este material ahora, porque os ayudará a comprender y usar vuestras capacidades presentes. Le estáis exigiendo demasiado a vuestra conciencia normal de la vigilia, ya que suavizáis sus altibajos de actividad y a veces le pedís que vaya adelante a toda marcha cuando está en un período de baja actividad, con lo que os negáis a vosotros mismos esa posibilidad de gran movilidad que posee.
(22.33.) Las sugerencias que os he dado anteriormente en este capítulo sobre vuestros hábitos de dormir traerán consigo el uso natural de esos ritmos. Podréis experimentar más frecuentemente el apogeo de la conciencia, con lo que aumentará la concentración, se verán los problemas con mayor claridad, y se utilizará mejor la capacidad de aprender.
Ese largo período que tiene la conciencia en estado despierto sin períodos de descanso desarrolla sustancias químicas en la sangre que luego se eliminan durante el sueño. Pero, mientras permanecen en el cuerpo, le producen indolencia y bajan el nivel de concentración consciente. En consecuencia, el período largo de sueño al que estáis acostumbrados resulta necesario. Entonces se entra en un círculo vicioso. Esto fuerza a la sobre estimulación durante la noche, aumenta el trabajo del cuerpo, y lo obliga a realizar constantemente durante largos períodos purificaciones físicas que podrían realizarse perfectamente en períodos de descanso más breves. El ego se siente amenazado por la larga «ausencia» que debe soportar, se vuelve receloso del sueño, y pone barreras a los sueños. Gran parte de todo este proceso es muy artificial.
(22.42.) El resultado es una aparente dualidad y la desconfianza de una parte del ser hacia la otra. Durante este proceso se pierde mucho material creativo de gran valor práctico. Los procedimientos mencionados permitirían un mayor acceso a esa información, y el yo despierto se sentiría más descansado. El simbolismo de los sueños aparecería con más claridad, en lugar de perderse, como ahora, en las muchas horas dedicadas al sueño.
La fuerza muscular resultaría beneficiada. La sangre haría una limpieza más eficaz que cuando el cuerpo permanece postrado durante tanto tiempo. Y, sobre todo, habría -si me lo permitís- mucha mejor comunicación entre las capas subjetivas del ser, una mayor sensación de seguridad y, particularmente en los niños, aparecerían más tempranamente signos de habilidades creativas.
Una conciencia clara, ordenada, brillante y poderosa necesita períodos frecuentes de descanso si quiere mantener su eficacia e interpretar correctamente la realidad. De lo contrario distorsiona todo lo que percibe.
Las curas de sueño o de descanso —períodos muy extensos de sueño- resultan de ayuda como terapia en algunos casos, no porque el dormir durante un largo período sea beneficioso, sino porque la persona ha creado tantas toxinas que necesita dormir durante esos largos períodos. Los procesos de aprendizaje resultan claramente obstaculizados con vuestros hábitos cotidianos, ya que hay ciertos períodos en los que la conciencia está sintonizada con el aprendizaje, y en cambio vosotros forzáis el aprendizaje durante períodos mínimos no reconocidos. Las capacidades psíquicas y creativas resultan postergadas a causa de esta división artificial, lo cual trae consigo dualidades que afectan a todas vuestras actividades.
En algunos casos, literalmente os forzáis a dormir cuando vuestra conciencia podría estar en un punto de máximo rendimiento. Esto sucede, casualmente, en el período anterior al alba. Por el contrario, en ciertos momentos de la tarde la conciencia baja y necesita un descanso que le es negado.
Si los estados de conciencia despierta se examinasen como se examinan actualmente los estados de sueño, advertiríais que hay un rango de actividad mucho mayor de lo que podríais suponer. Ciertos estados de transición se pasan totalmente por alto. Podría decirse que la conciencia realmente parpadea y varía su intensidad; no es, por ejemplo, un rayo de luz continuo.
* Lo siguiente ha sido extraído del libro Habla Seth III – La naturaleza de la realidad personal, por Jane Roberts:
SESIÓN 65I, 26 DE MARZO DE 1973
21.46 LUNES
[…] Tal como se mencionó en Habla Seth, mi libro anterior, hacéis grandes distinciones entre vuestros estados de vigilia y de sueño. Los diferenciáis claramente y hacéis muy pocos esfuerzos para relacionarlos. Muchos de vosotros no estáis dispuestos a alterar vuestras horas de sueño, debido a obligaciones de trabajo. Pero algunos podríais hacerlo, y los que estén realmente interesados en intentarlo pueden lograr al menos cierta variación de vez en cuando, lo cual les permitirá conectar sus actividades de sueño y vigilia con mucha más eficacia.
Quien lo intente verá que variarlo un poco le será beneficioso. Sugiero dormir unas seis horas corridas, y no más. Si todavía se siente la necesidad de descansar más, se puede añadir una cabezadita de un máximo de dos horas [durante el día].
Muchas personas descubrirán que con cinco horas de sueño ya tienen suficiente, y que echan una cabezada cuando tienen ganas. Lo ideal es dormir cuatro horas, y reforzarlo con las cabezadas que se sientan necesarias.
De este modo no se producen las grandes divisiones artificiales creadas entre los dos estados de conciencia. La mente consciente es más capaz de recordar y asimilar su experiencia de sueño, y durante el sueño el ser puede emplear su experiencia de vigilia más eficientemente.
Estas pautas de conducta suelen darse naturalmente en los ancianos; pero, cuando se despiertan de forma espontánea al cabo de cuatro horas de sueño, se consideran insomnes debido a sus creencias, y por tanto no pueden utilizar su experiencia adecuadamente. Tanto lo consciente como lo inconsciente funcionarían mucho más eficientemente con un horario más breve de sueño, y para las personas que realizan trabajos «creativos» esto supondría un incremento de su intuición y conocimiento aplicado.
Los que sigan esta conducta natural sentirán una mayor estabilidad interna. Dentro de las pautas generales que he mencionado, cada uno debe establecer su propio ritmo en particular, y quizá necesite experimentar un poco hasta saber cuál es el equilibrio máximo. Pero el flujo de vitalidad se verá reforzado. […]
--------------------------------------------------Extractos de Seth-Jane Roberts
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