jueves, 24 de septiembre de 2009

Vengo del Sol (1/...) / Por Flavio Cabobianco

Vengo del Sol (1/...)
Por Flavio Cabobianco


Prólogo

Nuevos niños están naciendo. Son humanos diferentes, aunque no lo parezcan. Yo soy sólo uno de ellos, uno de los primeros. La humanidad está cambiando. La conexión con lo espiritual está más abierta. Todos los niños pueden ahora mantenerse unidos a su esen¬cia.


Los bebés lloran porque es muy difícil este planeta. Un bebé trata de expresarse vía telepática, pero no le funciona porque todo aquí es muy denso. Ve todo, lo malo y lo bueno, lo falso y lo verda¬dero. En otros planetas uno ve lo que quiere. Ver es una manera de decir, ya que no hay ojos físicos, uno se focaliza en lo que le interesa y se puede cerrar cuando quiere. El recién nacido está asustado, encerrado en la realidad física. Extraña la unidad esencial de donde viene, entonces se adhiere rápidamente a las personas que lo cuidan. Traspasa a los padres el lugar del Ser Supremo. Los padres, si creen sólo en lo material, lo involucran cada vez más en lo físico. Al enseñarle a hablar, limitan su pensamiento. Los niños al crecer, van perdiendo la conexión con su origen.

Para ayudar a los chicos hay que ayudar a los grandes. Si los padres están abiertos, van a cuidarlos sin imponerles sus propias ideas, su visión del mundo. Lo principal es darles espacio, darles tiempo, dejarlos pensar, dejarlos que hablen. Es importante hablar¬les de Dios, de lo espiritual pero sin insistir en que se tiene la Verdad.


El cerebro humano es como una computadora, pero la computa¬dora tiene una memoria limitada, reflejo del cerebro físico. En cambio la mente es el reflejo de la Mente Divina que es infinita.


Los humanos aprenden a usar un solo punto de vista, el coti¬diano que sirve para lo físico y para vivir en sociedad. Los niños, al jugar practican esta realidad. Seguir abierto es mantener otros pun¬tos de vista. Por ejemplo, el punto de vista Exterior es "ver" desde fuera de la Tierra y, más aún, desde fuera de la parte manifestada del Universo. El punto de vista Central es "ver" desde el Núcleo, esencia energética de Dios. El punto de vista Interior es "mirar" desde dentro del núcleo interno del propio ser, y ver el núcleo de otros seres.


A los niños se les hace practicar sólo el punto de vista Cotidiano. Entonces limitan el uso de sus ondas mentales y aprenden a foca¬lizarse en el plano físico. Es como usar apenas una partecita de una computadora. Una vez que están programados de esta manera, es difícil que se abran, pueden confundirse. Hay que tener mucha paciencia para reabrir la conexión espiritual.


La mayor parte de los seres humanos viven toda su vida olvida¬dos de la totalidad. La unidad superior la mantienen cuando son bebés y a veces la recuperan poco antes de morir. Buscan la felicidad externa porque pierden la interna. Sufren por los deseos y también por la adicción a otros seres humanos.


Un niño nuevo sabe que es parte de la Totalidad. Si se le quiere enseñar la idea de "mío" se confunde, cree que todo es de él. Hay que dejarlo compartir. Hay un solo YO para la Totalidad, aunque el YO individual es de una variedad infinita.


Flavio, 8 años

El ángel del olvido



Papá — Hay un antiguo mito que dice que todos los niños, antes de nacer, están en contacto con las verdades de Dios. Pero en el momento de nacer un ángel les da un beso en los labios y les sella la boca. Es el ángel del olvido. Por eso los hombres tienen que aprenderlo todo; no recuerdan nada.


Flavio — Sí, es así. Pero yo ya estaba avisado, y cuando vino el ángel me esquivé, y apenas me tocó. Por eso me acuerdo. Es muy triste olvidarse.


Ahora cada vez más niños van a traer el recuerdo de Dios. Pero lo más difícil no es recordar sino ponerlo en palabras.


Flavio, 5 años


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